Muchos de nosotros, o en nuestra gran mayoría, nos vemos resignados a consumir grandes cantidades de azúcar en cualquiera de sus formatos; en postres, helados, en polvo o bollería industrial, y nos deleitamos con la sensación que nos ofrece.
Sin embargo, este es un aditivo que las grandes corporaciones usan para la venta de sus productos creando en nosotros una Adicción al azúcar que favorece la obesidad, depresión, diabetes, hipoglucemia e incrementa la ansiedad.
Problemas de salud causadas por al azúcar
Cuando las personas consumen azúcar en grandes cantidades, la glucosa es absorbida en la sangre generando una sensación de bienestar y nos sentimos animados e eufóricos, pero este estímulo solo dura unos pocos minutos, es bastante fugaz por lo que, al finalizar esta etapa, se produce un efecto de depresión, cansancio e inquietud, así como dificultad para pensar o movernos, incluso volviéndonos irritables, todo esto hasta que se normalizan los niveles de glucosa en la sangre.
Todos estos síntomas, provocan en el consumidor el deseo de seguir consumiéndola, y termina por dejar una obsesión por el dulce, de la cual pocos logran evadirse.
No hay que confundir otro tipo de sustancias que provocan placer en nuestro cerebro como puede ser la producida por la adicción al chocolate, ya que aquí hablamos no sólo de efectos en nuestro cerebro, sino de trastornos de nuestra salud.
Este comportamiento adictivo deja como resultado problemas relacionados con el sistema inmunológico, específicamente en los macrófagos, quedando atrapados en el azúcar impidiendo su normal funcionamiento (que es bloquear, destruir y activar la inmunidad cuando se manifiesta una toxina, bacteria o virus), haciendo que el equilibrio de los minerales presentes en nuestro organismo entren en desequilibrios súbitos, y bajen nuestras defensas.
Estos desequilibrios constantes impiden a nuestro cuerpo volver a su armonía principal, debilitándolo, lo que imposibilita al mismo a retornar a su homeostasis.
El valor nutricional del azúcar es completamente nulo y, como hemos dicho, contribuye al decaimiento de las defensas, con graves repercusiones en la activación de las células cancerígenas, promoviendo su dispersión y multiplicación.
Por este motivo ser adicto al azucar propaga en nuestro cuerpo una elevación de la acidez en nuestra sangre, volviendo la misma en un cultivo ambiental propicio para la evolución de las células cancerosas.
Se ha estudiado un efecto que imposibilita la detección temprana del cáncer e, inevitablemente, estas células se irán multiplicando a través de los años.
Muchos de los tipos de cáncer que se relacionan con el azúcar son: El cáncer de ovarios, pecho, recto, próstata, páncreas, pulmones, estomago, tracto biliario y vesícula biliar.
Pero no solo aquellas personas que poseen esta adicción están propensas a sufrir de esta enfermedad, sino que esta sustancia va dejando huella en nuestro cuerpo, que podemos apreciar al ver incrementada la celulitis, varices, arrugas, acumulación de grasa en el abdomen, caries, ataques cardiacos, diabetes, etc.
Una ingestión constante de azúcar refinado, genera en nuestro organismo una producción de opioides natural en nuestro cerebro, sustancia que incide al cerebro a un condicionamiento adictivo a los propios opioides, de igual manera en como lo hace cuando se consumen sustancias como la heroína y la morfina que, si bien estas últimas generan un impacto de mayor gravedad en nuestra salud, sin duda el resultado adictivo es el mismo.
Casi el 90% de los alimentos que encontramos en el supermercado poseen azúcar con fines de preservación de los alimentos, así como la proporción y aumento de sabor, por lo que es recomendable consumir productos de origen artesanal, y solo consumir el azúcar natural de las frutas.
Esta es una droga legal, que puede no afectarnos como el alcohol o los fármacos, pero sus repercusiones en nuestra salud son de carácter grave para nuestro aspecto físico, mental, emocional y, en ocasiones, espiritual.
Hablamos de uno de los más tóxicos más perjudiciales para nuestra salud y que está presente en gran parte de nuestros alimentos.